Me despertaste a soñar una ilusión tuya.
Me levantaste a mirar un arco iris al horizonte.
Distraías con tus aires para no verte aquí.
Un beso secreto de tu ansiedad irrumpía
mi soledad con tu compañía impaciente.
Querías que te sintiera ausente.
Estabas invisible enfrente de mí con una sonrisa.
No te imaginé y en cuanto te vi no te olvidé.
Diste piel a mi fantasía, existencia a mi aliento
y solo paseabas en tu estela cuando me buscabas.
Llevaba tu sensación bajo la lluvia que me mojaba.
Y las estrellas alumbraban tu distancia.
Los gestos coquetos y los guiños del vislumbre,
los alardes de la indiferencia que no me olvida.
Tu vista pasa y no se devuelve, no mira atrás.
Te sigo y miro hacia adelante, tu sorpresa.
Ya puedes aparecer al ahora sonriendo.
Lanzabas una capa para ocultarte en tus vientos,
disimulabas el soplo del aroma de tus anhelos.
El silencio de tu complacencia era mi voz
que te llamaba en el espejo de tus miradas.
Giros de los cabellos ondulantes de tu carácter
para soplar el polvo de mis palabras sin ti.
Ahogabas la aspiración en el peso de tus huellas.
Con el temperamento de tu senda caprichosa.
Tu cara de la nada en el vacío asomaba
con la frente elevada para perseguir mis ojos.
Mostrabas tu nariz para que respirara
con cualquiera despedida de mis labios.
Bastaba el dibujo en el tono de tu mirada
para invadirme con la impresión de tu dulzura.
Te veo tan de sonrisa rápida, a que te siga.
Y silenciosa con tus labios me envías un beso
que murmura en mis labios cuando te soplo.
Un huracán enamorado de tu torbellino.
Y me sonríes atraída, con tu boca besada.
Te voy a soplar mi amar al oído.
Y mi respiración te acaricia de ímpetu
por abrazarte sin fin mi desesperación.
Y las estrellas alumbraban tu distancia.
Los gestos coquetos y los guiños del vislumbre,
los alardes de la indiferencia que no me olvida.
Tu vista pasa y no se devuelve, no mira atrás.
Te sigo y miro hacia adelante, tu sorpresa.
Ya puedes aparecer al ahora sonriendo.
Lanzabas una capa para ocultarte en tus vientos,
disimulabas el soplo del aroma de tus anhelos.
El silencio de tu complacencia era mi voz
que te llamaba en el espejo de tus miradas.
Giros de los cabellos ondulantes de tu carácter
para soplar el polvo de mis palabras sin ti.
Ahogabas la aspiración en el peso de tus huellas.
Con el temperamento de tu senda caprichosa.
Tu cara de la nada en el vacío asomaba
con la frente elevada para perseguir mis ojos.
Mostrabas tu nariz para que respirara
con cualquiera despedida de mis labios.
Bastaba el dibujo en el tono de tu mirada
para invadirme con la impresión de tu dulzura.
Te veo tan de sonrisa rápida, a que te siga.
Y silenciosa con tus labios me envías un beso
que murmura en mis labios cuando te soplo.
Un huracán enamorado de tu torbellino.
Y me sonríes atraída, con tu boca besada.
Te voy a soplar mi amar al oído.
Y mi respiración te acaricia de ímpetu
por abrazarte sin fin mi desesperación.
Federico Carlos Volio
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