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L E C T U R A S

ABRIGO TURQUESA DE PIES AMARILLOS de Federico Carlos Volio



Al desierto de Atacama
"COPAYAPU"
3ª Región de Atacama de Chile



ABRIGO TURQUESA DE PIES AMARILLOS
COPAYAPU - ATACAMA
Creación del autor intelectual:
FEDERICO VOLIO TOLEDO

Del poemario En-cantos del Tránsito

Estuve y voy. Vengo y estoy. A la tierra blanca.
A los pantanos secos de las aguas fundidas
con hondas absorciones al azar cristalizadas.
Tierra refulgente de (in)flamantes estrellas.
Aquí recogidas del amarillo despegue al cielo.
Tal amarillo consubstancial arriado a chispas,
tal majestuosidad vestida al desierto floreciente.
Vistiendo siembras, a sombras, desde entrañas
hoy del antaño en asombros equivalentes al oro.
A pleno sol día encendido a cuestas del arco iris.
En re-llenos naranjos, idos noctámbulos lunares.
Viéndose a islas azules espejos del universal por-venir.
Bravíos e indómitos quehaceres embarcados de prodigios.
A puntas de olas latentes, rayos pródigos a medias lunas
dunas cubiertas en rebotes de estrellas asentadas.
Cimas de quita-soles dorados del blanco a-zu-la-do.
Aún susurrando a la sequedad desde (Hacienda) Toledo
bramadores cerros a través de los chañares del valle.
Esparcen verdes áridos a voces reconquistadoras otra vez
aguas en gotas sonrientes. Rumbeantes estelas coloridas
al inmenso celeste despejado del oro. Sorbeteando
litros empinados del café-leche a coléricos parajes.
Caídas corridas tras corrida entre puños embravecidos.
Al filo de los espesores pintados en regazo mineral calipso.
Copayapu(o) transversal en re-corridas al franco solaz.
Fuente(s) de aguas y aires, nieves confitadas a la mar.
Ardores eyectados en andanadas, a-brazos alargados
desde quemantes quebradas por serranías nebulosas.
Radiantes, medias estrujadas y diminutas a lo alto.
Voladoras se abanican frágiles hojas encandilantes,
arrugadas del atardecer y estiradas al amanecer.
Entre ellas se asoman al mediodía caras de astros
invisibles y a medianoche con la otra mirada del mundo.
Manos horizontales magnéticas al alba y al atardecer
friendo en rojo magníficas protuberancias al mismo sartén.
Copayapu(o) en vertical gravedad al sostén celeste
deslizado en escarpados refugios a la tierra espantada
tornada a rayos. Em-bebida a franjas muy embutidas,
a-sentadas bien comidas bajadas. Cimas a los ocho-mil
al tope de metros en acordes puntiagudos al redondear
misiles de altitud a filos enriquecidos. Disparados
brillos de actitudes esparcidas en acantilados
descolgados en graves caídas enraizadas
a frágiles contornos sombreados. Montando tajadas
traviesas y subterráneas rajadas a canales.
Por esas escaleras de gigantes piernas
a donde se las quieran. A portentosas venas
ululando grutas de zigzagueantes grietas,
encolerizadas y aflojadas, por rutas de hormigas
entre pisadas. En el remontar entrecruzadas cavernas,
abismos invertidos. Subvirtiendo aguas paralelas
en erupciones a grandes cráteres y meteoros
saladas de inversiones dulces, desaterrando volcanes.
Artificiales edificaciones desalineadas en fuertes tropas
vetustos elefantes de inertes e impávidos telares
acomodados a sus trompas marfiles. Cautelares
al extendido celeste por atajar sus amarras distantes.
A-naranjadas distancias estiradas a hileras lilas
y por alzar la vista salpicadas azulinas
y muy eufóricas esferas rosadas arrojadas.
Fucsia predominio encaramado a flexiones circulares
a púrpuras elevaciones curvadas sobre blancas ballenas.
Les merodea la inmensa luna penetrante al techo morado
al día siguiente cielo magenta. Surcadores flamencos
al submarino bocado oceánico desnudan. Lenta y suave
fascinación apoderada en paginación de declives
por la riqueza de Copayapu(o). Al mando de torretas,
hondas asimetrías atascadas de paisajes. Engranados
colores multiplicativos de energías ancladas de vientos.
Altas esculturas repartidas a elevaciones entre cóndores.
inmutables bordes de pintas refundidas, doradas,
cobrizas o plateadas, horneadas en atajos al pedregal.
Vacas sagradas hacia estrechos. Cuanto brote presienten
al doblez de astros. Desde el pacífico albergues de moldes
grisáceos ventarrones pastan arenas adormecidas.
Y a cielo repleto, mar sonora, en moradoras camanchacas.
El pedernal cortejan de rocíos. Escurriendo verdegay,
risueñas e intenciones cuales intensas, conferidas y jaladas,
licuadas a las nieves formidables re-vueltas
tan espumosas y cubiertas de rugosas dunas.
Marea de aguas escondidas a sofocantes lomos
inclinados a ecos de lunares negros, irrigante de vergeles
florecientes estacionales. Tras cúpulas, adentradas.
Belleza piramidal derretidas a copos de nieve,
al ocre derramado. Sobre-dosis al árido encanto,
Manchas auríferas, laminas majestuosas de cebras
perpendiculares agitadas de espejismos alegóricos.
Frutales calóricos bailarines minerales en pistas,
fieles súper-conductores peregrinan con mandas
a humedales. En fin, esculpidas a gama de rincones
arropándome del sol en el vacío a colores donde viví.
Copayapu a donde en esa corriente a violáceos me vi.
Abrigo turquesa a pies amarillos calzándo(me) salado.
Huella colorada del invasivo rodar en el mármol universal.
Asiduo entre sus prístinas cordilleras a salares y playas.
En sucesión de carpas del esplendor me cobijaron.
Refrescantes vainillas sosiegan iracundos volcanes.
Baten tumultuosas arenas a las honduras asoleadas.
Soliendo soplar formidables hielos de crianza crepuscular.
Retumbante de metales, obcecado espíritu a tanta época
estilizada a la cascada corrida. Tobogán de fugaces luceros
en vetas hipnóticas. Estrellantes en toques reconfortantes.
Rayos celestiales finalmente en tonos de esa dura fortaleza.
Copayapu(o) fue, es y será; perpetua belleza al desierto.
Estrellas lo pintan de extremos poéticos, donde respiran
sus soberanos aires para la tierra del fin del mundo.


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EN GESTIÓN DE DERECHOS INTELECTUALES:
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creador © Federico Carlos Volio
y citando el título del poema y este blog como fuente.